Cada elemento de la ofrenda tiene un significado, desde las flores hasta las velas y la comida. Así celebran el Día de Muertos los mexicanos.
Al finalizar octubre es común que en los hogares mexicanos se encuentre montada una ofrenda para recordar a los seres queridos fallecidos. La ofrenda, que marca la celebración del Día de Muertos, es todo un ritual que va más allá de colocar velas, flores y comida en honor a quienes retornarán de la vida eterna para convivir con los vivos.
Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), la ofrenda es una mezcla cultural de los europeos y los indígenas y, aunque cada quien puede poner lo que guste, hay elementos imprescindibles. Por ejemplo, el agua, que representa la fuente de vida y se ofrece a quienes llegan sedientos del camino que han recorrido desde el más allá a la vida terrenal.
Asimismo, un altar de Día de Muertos debe tener sal para purificar el alma de los muertos, y veladoras encendidas para indicarles su lugar en casa y el camino de retorno. Gracias a los indígenas también se coloca un poco de copal para alejar a los malos espíritus y el hogar esté «limpio» para recibir a sus muertos.
Es una fiesta
En el pasado, los indígenas creían que el cempasúchil era una planta curativa, pero según el INPI ahora se utiliza solo para adornar y aromatizar las ofrendas. También hay quienes forman caminos de pétalos de la puerta al altar para guiar a las almas visitantes.
El Día de Muertos es también una celebración para los mexicanos, así que no puede faltar la comida en la ofrenda. Debe tener un pan de muerto que, en la religión católica, representa el cuerpo de Cristo, además de los platillos y las bebidas favoritas de los difuntos, incluyendo dulces y alcohol.
El colorido es infaltable y por ello se adorna con papel picado que dé alegría quienes llegarán la noche del 1 de noviembre. Y hasta las calaveras de chocolate o azúcar tienen un significado en la ofrenda de muertos, pues son la representación pura de la muerte y están dedicadas a la Santísima Trinidad y el Padre Eterno.
Hay hogares que montan el altar de muertos desde antes del 31 de octubre para recibir a los niños, con flores y velas blancas en honor a la pureza de su alma. Sin faltar juguetes, dulces y pan en miniatura para consentirlos. Por su puesto, la foto de cada ser querido fallecido es indispensable para recordar quién vendrá a casa.